Uno de los mayores problemas derivados de las muchas semanas de confinamiento es el impacto del sedentarismo en nuestro organismo. Aunque nos impongamos rutinas de ejercicio casero y salgamos a hacer la compra, no cabe duda de que muchísimas personas habrán visto sus horas de actividad drásticamente reducidas. Los problemas venosos, como pueden ser las varices o el tromboembolismo venoso, se encuentran entre las diferentes complicaciones de salud que pueden aparecer como consecuencia de esta inactividad.
Ahora que pasamos a una nueva etapa y podemos salir a la calle, con mayores o menores restricciones, se abre de nuevo la mejor opción para cuidar nuestras venas y nuestra circulación venosa: caminar. Aunque sea una obviedad decirlo, nuestras piernas están hechas para moverlas, y al hacerlo activamos un sistema que contribuye a mejorar nuestra circulación venosa: la bomba plantar y la bomba gemelar.
Pero que podamos salir a la calle no significa que tengamos que olvidarnos de la precaución y relajar las medidas de prevención contra la COVID-19. Dejamos algunas pautas a tener en cuenta cuando salgamos a caminar durante estos tiempos para activar nuestra circulación venosa.
- No exigirse demasiado. Es posible que la falta de ejercicio físico haya afectado a nuestra forma física, y no seamos capaces de realizar las mismas rutas y al mismo ritmo al que acostumbrábamos antes del confinamiento. Escuchemos a nuestro cuerpo y a nuestras piernas.
- Buscar lugares poco transitados. Aunque lo más tentador sea acudir al paseo marítimo o al paseo más vistoso de los alrededores, podría ser recomendable optar por calles o caminos donde haya menos aglomeraciones.
- Mantener la distancia con el resto de personas.
- Respetar las restricciones propias de cada localidad. Superar esta crisis sanitaria es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, y estaremos más cerca de lograrlo si ponemos nuestro granito de arena y respetamos las recomendaciones sanitarias en lo relativo a distanciamiento y franjas horarias.